
Mi gran gigante es el tiempo que siempre me esta acechando.
Mi sentir, mi accionar, mi pensar siempre están pendientes de él.
Él es alto, imponente, grande y buen mozo.
Imposible de ignorar, imposible de evitar, imposible de no ver.
Soy marioneta del tiempo. Soy feliz si me sobra, soy infeliz si me falta, no soy nada si intento ganarle. Es una línea muy delgada la que define mi estado.
Es difícil pensar que el gigante me espera cuando la mayoría de los escritos y consejos dicen que no lo dejemos pasar en vano, que no lo dejemos pasar vacío.
¿Cómo lleno a mi Gigante? ¿Cómo camino a su ritmo?
En general mis mejores recuerdos se dan en los momentos en que me olvido del Gigante, que lo tomo como amigo y lo invito a acompañarme.
Los mejores momentos son los cuales no se miden, son los cuales se disfrutan y mastican, duren lo que duren, siga lo que siga.
Cuantas veces por día corremos al Gigante, nos medimos con él y cuantas lo invitamos a un té?